De la casa a la escuela: Tejiendo una Cultura de Paz

Eloísa Molina

Dir. Bienestar y Psicología, Colegio Olamí ORT

Es innegable que vivimos en un mundo que constantemente enfrenta desafíos, conflictos y tensiones de diversas índoles. En medio de este panorama, la educación para la paz se presenta como una prioridad en nuestras escuelas y hogares. ¿Por qué es crucial? La respuesta radica en comprender la profunda conexión entre el desarrollo psicoemocional, el compromiso de la comunidad y la construcción de una sociedad armoniosa. 

El término de “Educación para la Paz”, como nos lo hizo saber la UNESCO en 1989, trasciende de la mera resolución de conflictos armados. Significa el reconocimiento y respeto de los derechos fundamentales de las personas, la integración en la sociedad de manera equitativa y la incentivación de la enseñanza y el entendimiento entre las diferentes culturas. 

Desde los primeros vínculos afectivos en la infancia, los adultos juegan un papel crucial. Los lazos amorosos y seguros que proporcionan los padres son la base para el desarrollo de habilidades socioemocionales esenciales, como la empatía y la autorregulación. 

La religión y la filosofía también ofrecen perspectivas valiosas. Ejemplos como el judaísmo promueven la solidaridad, el perdón y la unión a través de rituales y tradiciones, proporcionando un marco ético sólido para la convivencia pacífica. 

La seguridad en el entorno escolar también es esencial. Este ambiente seguro inicia con el amor incondicional, pero también con acuerdos compartidos entre profesores  y estudiantes, que sean claros, que tengan propósito y anticipen qué pasará si no los cumplimos. Se consolida con rutinas y rituales que se modelan y practican de manera consistente.

La clave para una educación efectiva para la paz radica en los adultos. Son ellos quienes, a través de su propia autorregulación y mediación, modelan el comportamiento pacífico y solidario. Los colegios deben celebrar la gratitud, la empatía y la resolución de conflictos de manera constructiva. 

En Olamí ORT estamos comprometidos con el desarrollo de la cultura de paz y este ciclo hemos dado un paso importante hacia este objetivo al implementar tres pilares fundamentales: asertividad, resolución de conflictos y autorregulación. Para fomentar un ambiente de respeto y convivencia sana, hemos creado Safe Zone, un instrumento en el que alumnos, colaboradores y padres de familia pueden informar de manera confidencial cualquier situación que afecte la armonía en nuestra comunidad escolar. Además, para abordar conflictos, desarrollamos el Tapete de Paz  y Gesher,  donde el diálogo y la asertividad son herramientas clave para alcanzar acuerdos que promuevan el respeto y la colaboración. Por último, contamos con Neve Shalvá (Oasis de calma), espacios donde se ponen en práctica actividades en torno al reconocimiento de las emociones para la autorregulación y la compostura. 

La educación para la paz no es una tarea aislada, sino un compromiso continuo. Hoy más que nunca debe ser un tema presente en todas las escuelas.

Cada ciclo trae nuevos desafíos, pero el afecto, la aceptación incondicional y la construcción de conexiones significativas deben permanecer constantes. La educación para la paz es un esfuerzo colaborativo que, cuando se aborda desde la conciencia y el amor, logra transformar las escuelas y comunidades convirtiéndolas en lugares donde la armonía y la comprensión prevalecen.

Lecturas recomendadas:

  • Gordon Neufeld. Regreso al vínculo familiar. Editorial Hara Press, enero 2016

  • William L. Ury. Alcanzar la Paz. Editorial Paidós, enero 1900

  • Becky A. Bailey. Edúquelos con amor. Editorial Prentice Hall, junio 2001

  • Thomas Gordon. P.E.T. Padres Eficaz y Técnicamente Preparados. versión Kindle, agosto 2014.

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