La formación, una joya invaluable: Más allá de las calificaciones

Mtra. Sara Menassé Arditti

Directora de Primaria Yavne

La formación es lo que queda después de que uno ha olvidado lo que se ha aprendido en la escuela.

-Albert Einstein

Como padres de familia a menudo nos encontramos obsesionados con las calificaciones de nuestros hijos. Queremos que tengan éxito académico y creemos que las calificaciones son la medida definitiva de ese triunfo. Sin embargo, es esencial recordar que la verdadera riqueza de la educación reside en la formación que nuestros hijos reciben.

Las calificaciones pueden ser fugaces, pero la formación perdura para toda la vida. Al centrarnos en esta, les proporcionamos las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos y oportunidades que encontrarán en su camino. Como padres de familia debemos preguntarnos no sólo qué calificación obtuvieron en un examen sino qué aprendieron y cómo aplicarán ese conocimientos en la vida real.

La tradición judía nos enseña que la verdadera sabiduría va más allá de la acumulación de conocimientos. Implica comprender cómo vivir una vida ética y significativa. Al priorizar la formación sobre la calificación, les brindamos a nuestros hijos la oportunidad de desarrollar su intelecto al mismo tiempo que evolucionan en su carácter y su capacidad para tomar decisiones éticas.

Indudablemente al mantener la atención en la educación formativa impulsamos la confianza y la autoestima de nuestros hijos. Cuando se les anima a explorar, experimentar y aprender de sus errores, desarrollan un sentido de autonomía y resiliencia que los acompañará en todas sus experiencias, yendo más allá del puro conocimiento: los enseñamos definitivamente a “ser”.

Recordemos que la educación es un viaje, no un destino. Nuestros hijos merecen una educación que los empodere, que les permita crecer como individuos y que los prepare para enfrentar el mundo con confianza y ética. La formación es la verdadera joya de la educación, una inversión que se apreciará durante toda la vida. Estamos regalando a nuestros hijos un presente inestimable: la oportunidad de crecer como personas completas y comprometidas con un futuro lleno de posibilidades. En conclusión, ¿realmente podemos darle un valor numérico a nuestros hijos?

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