Jánuka: La Luz de la Educación y la Esperanza

Por Meital Levy

Colegio Hebreo Tarbut

La festividad de Jánuka es, sin lugar a dudas, una de las más esperadas y celebradas en el calendario judío, especialmente por los más jóvenes de la comunidad. Aunque suele estar vinculada a las luces y los regalos, esta festividad va mucho más allá. En su esencia, Jánuca encierra una rica fuente de valores educativos que nos recuerdan la importancia de la educación, la perseverancia y la identidad cultural. En este artículo, exploraremos cómo los valores de Jánuca pueden inspirar y enriquecer el proceso educativo y nuestra tarea como educadores.

La palabra Jánuca, que en hebreo significa “inauguración” comparte su raíz con la palabra “Jinuj” que significa educación. Esto nos lleva a reflexionar sobre el profundo vínculo entre la festividad y la misión educativa. Al igual que encendemos una vela tras otra durante los ocho días de Jánuca, la educación es un proceso gradual en el que los estudiantes adquieren habilidades para aumentar la luz espiritual de la esperanza y la justicia. Esta luz se transmite a otros, creando una cadena de iluminación que se extiende por todo el mundo.

Se cuenta que Rabí Israel Salanter salió una vez de la casa de estudio a altas horas de la noche. Las calles del pueblo estaban desiertas y oscuras. Luego de un rato de deambular, divisó una luz muy tenue asomándose apenas de la ventana de una choza. Se acercó el Rabí y curioso entró en la precaria vivienda, donde se encontró con un viejo zapatero sentado en un cuarto casi oscuro, bien cerca del pedacito de vela que quedaba sin consumirse, concentrado reparando un zapato. Le preguntó el Rabí: “¿Por qué estás trabajando tan tarde, por qué no estás durmiendo?” A lo que le contestó el zapatero: “Rabí, es que mientras arda la vela, todavía se puede reparar”. Salió Rabí Israel a la calle y gritó: “Escuchen queridos judíos, mientras arda la vela, todavía se puede reparar”.

Esta historia nos enseña una lección invaluable. La vela que arde es un recordatorio de que siempre hay esperanza y oportunidad para el crecimiento y la mejora. En el contexto educativo, esto significa que cada alumno tiene el potencial de brillar y es nuestra responsabilidad como educadores nutrir esa chispa, incluso en las circunstancias más desafiantes. Lo que se creía perdido es recuperado, y lo que resulta escaso es más que suficiente. Así también el acto de educar es sin duda un gran acto de fe y optimismo.

Jánuka es la festividad de la esperanza y el optimismo. En un momento en que parecía que todo estaba perdido, la luz fue restaurada. De manera similar, la educación es un acto de fe y optimismo, donde creemos en el potencial de cada estudiante para alcanzar nuevas alturas. Al igual que las luces de la janukiá crecen y se multiplican, el acto de educar es una inversión en un futuro más brillante y una sociedad más iluminada.

Durante ocho días la janukiá se va llenando y creciendo en luz, y así como cuando una vela enciende a otra no pierde luz sino que se multiplica, así mismo es el acto de educar. Cada vez que se produce el encuentro entre el maestro y el alumno, la luz va creciendo y ambos iluminan más el mundo.

Kol ejad hu or Katan vejulano or eitan” cuando se produce el encuentro y la unión todos crecemos y nos fortalecemos. 

Los educadores tenemos una gran misión: descubrir y potenciar la luz única que cada alumno lleva consigo. Como el Rab Kuk escribió de manera tan conmovedora,

צריך שכל איש ידע ויבין, שבתוך תוכו דולק נר, ואין נרו שלו כנר חברו, ואין איש שאין לו נר. וצריך

שכל איש ידע ויבין, שעליו לעמול ולגלות
 את אור הנר ברבים, ולהדליקו לאבוקה גדולה ולהאיר את

העולם כולו

Todo hombre debe saber y comprender que dentro de él se enciende una vela, y su vela no es como la vela de su amigo, y no hay hombre que no tenga una vela. Y todo hombre debe saber y comprender que debe esforzarse y descubrir la luz de la vela en la multitud, y encenderla hasta una gran antorcha e iluminar el mundo entero.

Cada uno de nosotros tiene una vela interior que debe ser descubierta y convertida en una antorcha que ilumine el mundo entero. Los educadores somos los encargados de guiar a nuestros alumnos en este viaje de autodescubrimiento y crecimiento.

En esta festividad de Jánuka, que todos seamos bendecidos con experiencias educativas luminosas e inspiradoras. Aprovechemos este momento para reflexionar sobre la importancia de la educación y el papel crucial que desempeñamos como educadores en el desarrollo de las futuras generaciones. En nombre de la Tarbut, les deseamos un Jánuka lleno de luz y agradecemos a las familias por permitirnos día con día acompañar a sus hijos y ver cómo su luz va creciendo día con día. 

¡Jag Jánuka Sameaj y que la luz de la educación siga brillando en todos nosotros!

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